La torre del silencio (2ª Ed.)

Tras una sucesión de campos verdes y silenciosos, tras un riachuelo de aguas murmurantes, tras un bosque que hubiera hecho las delicias de un pintor, estaba la casa. Frank no recordaba haber visto en muchos años, quizá en toda su vida, un edificio semejante. Debía haber sido construido poco antes de la Revolución francesa, pero era de puro estilo Tudor, como estas casas de recreo que se ven de vez en cuando por la campiña inglesa, y a las que los ricos van a pasar temporadas lejos del ajetreo de las capitales. Tenía dos pisos, unos soportales góticos, ventanas emplomadas y una torre. Era la torre lo que más llamaba la atención.